De fino


Hay días que no importan, como suele ser hoy, que es un día antes del día importante del año, que es mañana, mi cumpleaños. Es uno de esos días, el de hoy, en el que nunca me ocurre nada muy especial ni significativo, capaz porque mañana le gana por goleada a los sucesos, quizás porque nunca había pasado lo que hoy. Y es que hoy, el día no importante, pasó algo que sí importa. 
Hay una persona que antes sólo era persona y ahora también -y desde hoy- es Arquitecto, y como él deben de haber varios, puesto que en la misma facultad y en sólo unas horas, hoy, vi egresar a un par, pero el resto no me importa y por tanto no contribuirían a hacer de este día algo especial, asi que vuelvo a él, que sí hizo algo importante... porque sí me importa. Esta persona que uso 24 Diciembres en conseguir un título habilitante para construir hogares hasta las alturas y que nació con una visión de futuro que acompaña su temple, es hoy quién logró acomodarme las estructuras con base en las importancias que hacen de cimientos. Este muchacho me devolvió a la esencia y a dónde vamos, fue esa sonrisa ante su libreta completa de materias aprobadas lo que me bastó para hacer de este día uno que valiera la alegría... Capaz sin querer -seguro sin saber- trazó las rectas que deshicieron las paralelas de un camino sin fuga, hizo de la medianería una opción y contribuyó a que mi esqueleto sea menos endeble esta tarde... Y por esto, quise rendirle un poco de homenaje con estas palabras, no sólo por su brillantes intelectual, su distinguido rendimiento académico y su ingenio desmedido, también por lo que construyó con su persona y su entorno.

Flamante Arquitecto, usá el rapidógrafo de tu experiencia, agarrá el curvígrafo de la vida, y trazá en la maqueta de tu existencia la línea equidistante que une el amor por lo que hacés con la pasión con que lo plasmás en la realidad. No te olvides de ponerle alas de buitrón a tu diseño y que nunca deje de ser el producto de tu visión.