Vivimos en la
lógica que dice que es mejor salir a trabajar -de hacer siempre lo mismo- para
juntar plata que destinamos a otros -que también hacen siempre lo mismo- que
ponernos a hacer nosotros cosas diferentes. Quiero decir, tenemos un trabajo especializado
que nos demanda tiempo a cambio de darnos plata que sirve para cubrir nuestras “necesidades”
(además de los deseos, de los que hablo al final), y estas “necesidades” son:
pagar por nuestro alimento (aunque muchas veces ni nos preocupa con qué están hechos ni cómo), pagar por nuestra vivienda (que suele ser más grande de lo que en realidad precisamos), pagar por nuestra
salud (que deterioramos muchas veces por inconsciencia y otras tantas a conciencia), pagar por nuestra educación (a la que le dedicamos el menor tiempo posible y como si se tratase de una obligación), pagar por nuestra seguridad (que está insegura porque sino se termina el negocio) y pagar por
nuestro abrigo (que casi siempre termina siendo exagerado). Son generales y a modo de
ejemplo, el que no excluye pagar las mismas cargas por los familiares a cargo.
Todas estas necesidades, las cubre otro, el que siempre se encarga de cubrir la
misma y no intenta tampoco el auto-abastecimiento.
Al punto que
quiero llegar es: si destinamos menos tiempo a ganar plata y en ese tiempo
cubrimos las necesidades que hoy pagamos para que nos cubran otros, además de
dedicarle menos tiempo a un sistema (del que entiendo que no me hace falta
explicar porqué es mejor salirse) estaríamos
invirtiendo nuestro tiempo en –básicamente- nosotros; algo así como lo que dice
Michel Ende, “todo hombre tiene su tiempo, y sólo mientras siga siendo suyo se
mantiene vivo”.
Creo que parte de la rueda en la que necesitan que estemos girando está tan falta de agarre que se detiene cada vez que uno se cuestiona, es sólo cuestión de pensar, pensar si lo que hacemos realmente es una decisión o una imposición, pensar si queremos que nos hagan o hacer, elegir si somos protagonistas de nuestra historia…
Creo que parte de la rueda en la que necesitan que estemos girando está tan falta de agarre que se detiene cada vez que uno se cuestiona, es sólo cuestión de pensar, pensar si lo que hacemos realmente es una decisión o una imposición, pensar si queremos que nos hagan o hacer, elegir si somos protagonistas de nuestra historia…
Los deseos, esos
que más arriba adjunté a las necesidades como segundo estímulo, son los que
debemos moldear con el único molde de nuestra exclusiva y excluyente voluntad –o
así lo estoy creyendo y, en mi realidad, creando. Son esa motivación por la
cuál está bien sacrificarse en la medida que nos parezca bien sacrificarnos; y citando como corolario al maestro Richard Bach que fundamenta –aún más- mi capricho nato, cierro este post que culmina la cita con una ineludible pregunta:
“nunca te conceden un deseo,
sin el don de
volverlo realidad.
Sin embargo es posible que te cueste trabajo”.
¿Cuál querés que sea tu trabajo?