Existe una concepción
filosófica del tiempo que plantea la repetición idéntica del mundo, donde éste
se extingue para volver a crearse por medio de la conflagración -algo así como el
proceso que hace el ave fénix. Esta teoría intenta mostrar la importancia de
tomar buenas decisiones en el presente puesto que en éste viviremos por
siempre, invitándonos a redescubrir cada rato en la conciencia de que lo vamos
a volver a vivir y que nos resulta más rentable pasarlo de la mejor manera
posible.
Fue Nietzsche quién me la
expresó por primera vez, en su inconfundible tono inentendible, dijo mientras
leía La gaya ciencia: "vamos a suponer que cierto día o cierta noche un demonio se
introdujera furtivamente en la soledad más profunda y te dijera: esta vida tal
como tú la vives y las has vivido tendrás que vivirla todavía otra vez y aún
innumerables veces; y se te repetirá cada dolor, cada placer y cada
pensamiento, cada suspiro y todo lo indeciblemente grande y pequeño de la
vida". Creo que lo pasé por alto la primera vez
que lo leí -o estoy segura de eso-, recién en Así habló Zaratustra tuve una
idea de qué era lo que me estaba diciendo, pero luego de leer un libro que
fabula parte de la vida de este autor (1) me decidí a indagar más sobre el tema
y, gracias a Wikipedia, descubrí que otros genios referenciaban lo mismo.
Esta idea se encuentra en Best Seller de Literatura, como en Madame
Bovary de Flaubert y Cien años de soledad
de G.G. Márquez, también fue expuesta por Borges en varios de sus cuentos (quién lo trató específicamente en La doctrina de los ciclos y El
tiempo circular). Hermann Hesse en su libro Siddhartha también hace uso de este
concepto cuando el protagonista observa cómo la historia de desobediencia y
sufrimiento que vivieron él y su padre se repite entre él y su hijo. En La
historia sin fin de Michael Ende, -libro que recomiendo mucho- se ve una vez más expuesta esta idea cuando la Emperatriz Niña le ordena
al Viejo de la Montaña Errante que le cuente la historia sin fin, el Viejo le
advierte que en ese caso tendría que escribirla otra vez, y lo que escriba va a
ocurrir de nuevo, dando lugar a un "final sin final". En esta novela,
la imagen del símbolo del esplendor -el Áuryn- representa la idea del Eterno
Retorno: dos serpientes entrelazadas que se muerden la cola mutuamente.
Y
como éstos, vi que hay otros, muchos, hablando de lo mismo con metáforas que
maquillan la imposibilidad empírica. Así es que citados ellos, llegué a la
conclusión de que sí, todo va a volver a empezar, porque estamos
inevitablemente ligados en este loop –eterno- que ocurre aunque no lo veamos
pasar (y aunque no lo pueda probar)... Además, tengo la seguridad de que si me estoy equivocando y ellos también, todos al fin habremos tenido razón, pues el Superhombre (2) al que mi razón juzga en acierto, sabe vivir tan intensamente que desea el eterno retorno a cada rato; y así lo cree (y crea).
(1) "El día que Nietzsche lloró" - Irvin D. Yalom.
(2) Concepción expresada por Nietzsche en "Así habló Zaratustra".